Bienvenidos de nuevo a Valsorth, viajeros. En estas crónicas se relatan los hechos acontecidos a un grupo de aventureros en el duro invierno del año 360, justo al inicio del regreso del Reino de la Sombra. Un grupo dispar de personajes llega al pueblo montañoso de Rocavalle, sin saber que ante ellos se abre un camino que puede marcar el destino de Valsotth.
En esta serie de post se describen las aventuras de mi actual grupo, en que usamos un sistema mixto de sesiones en mesa y turnos via email, dándole en estos una mayor importancia a la vida de los aventureros en el pueblo. Espero que sea entretenido.
TURNO 1 –4 de enero del año 340, montañas Kehalas.
Después de una semana de marcha a través de las montañas, un grupo avanza entre el viento helado y la nieve por el camino que lleva hacia el pueblo de Rocavalle. Los viajerosn son cinco aventureros, que se reunieron en la ciudad de Liriam para emprender el viaje al norte. Su destino es la población de Rocavalle, que busca aventureros que ayuden a estos leñadores ante el duro invierno. Después de un mes en Liriam sin conseguir ni un solo encargo, esperan que Rocavalle sea el lugar donde os podáis ganar el sustento.
El temporal barre las montañas arrojando la nieve contra ellos, por lo que se ven obligados a avanzar muy lentamente, agazapados y cubiertos bajo las capuchas para resistir los embates del viento. Sólo les faltaba esto, después de un viaje de pesadilla.
Olf Cortacabezas camina en cabeza, tratando de seguir el camino en medio de la tormenta de nieve. Se trata de un bárbaro de fuerte constitución y rasgos duros, con el cabello recogido en varias trenzas y que blande un hacha de batalla mientras que de su espalda cuelgan 3 hachas de mano.
Le sigue Orun Paso de Sombra, un menudo salvaje de largo cabello castaño, piel curtida como el cuero y con el tatuaje de un cráneo adornando su rostro. Viste unas prendas de cuero que le sirven de armadura y blande con habilidad un tosco puñal.
Mirul es una bella elfa de cabello color miel que viste una toga blanca bordada con adornos de oro, mientras se apoya en un largo bastón. La elfa ayuda a Varel, un hombre de aspecto encorvado y enfermizo, que viste ropas viejas y una capa hecha jirones. El brujo camina con dificultad entre la nieve, apoyándose en una vara, mientras que su cuervo Un Ojo vuela a su alrededor entre graznidos.
Cierra la marcha Fian De Lordian, un paladín alto y fornido, que avanza a buen paso a pesar de ir cargado con una pesada maza y un escudo grande adornado con la cruz de Korth, mientras su capa azul revolotea a su alrededor bajo el azote del furioso viento.
Los problemas empezaron poco después de dejar Liriam, pues un temporal de nieve y viento asolaba las montañas y ralentizó la marcha, convirtiendo el viaje en una dura lucha contra los elementos. Además, el día anterior tuvieron un encuentro con una manada de hiallus, los terribles lobos gigantes de las montañas, que les atacaron mientras cruzaban un desfiladero. Conseguieron hacer huir a las bestias, aunque a cambio de mordiscos y zarpazos. Sin duda, el que peor parte se llevó fue Olf, que tiene un profundo corte en el brazo (Olf resta 13 Puntos de Resistencia de tu Hoja de Personaje).
De este modo, al atardecer del séptimo día de viaje, al coronar una cumbre, el grupo contempla por fin el valle boscoso donde se encuentra el pueblo de leñadores. Junto al caudaloso río Jernag se encuentra una pequeña comunidad de edificios y cabañas de madera, protegido por un muro de piedra, custodiado por unos pocos soldados vestidos con el uniforme de los Escudos de Liriam.
Al llegar a las puertas, los dos soldados les preguntan a los viajeros por sus intenciones, pero no ponen más problemas para entrar.
- Si queréis un sitio donde comer algo caliente y poder dormir, id al Carnero del Cielo –dice el soldado-. Si no podéis pagar tanto, cruzad al barrio oriental, allí podéis dormir con los bárbaros. Sea como sea, será mejor que no os veamos vagando por las calles durante la noche o acabaréis en el calabozo.
Sin responder a la burla del soldado, se adentran en el pueblo, mientras las puertas del muro se cierran a sus espaldas. Con la llegada del anochecer, el pueblo permanece casi a oscuras, con la única iluminación de las antorchas que cuelgan de algunas casas. Con poco dinero en la bolsa, deben buscar algún lugar donde pasar la noche. Mañana ya se preocuparán de buscar trabajo.
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