23 octubre 2013

Crónicas de Valsorth - Turno 43

TURNO 43 – Tres de marzo del año 340, Eras-Har.

Por la mañana, los aventureros disfrutan de su merecido día de descanso después de haber pasado la noche protegiendo a la Mariscala y al Capitán Orlant del ataque de los elfos oscuros.
Olf permanece en los barracones, para descansar y curarse las heridas. Echado en la cama, valora la posibilidad de contactar con Viesa de Liriam, pero no tiene forma de contactar con ella. Fian utiliza sus rezos a Korth para ayudar a su compañero, y recita varios milagros de curar heridas. Tras conseguir 6 aciertos, desiste de seguir rezando a su dios.
Por su parte, Miriel se dirige al despacho del capitán a hablar con él. La elfa registró los cuerpos de los asesinos elfos, pero no encontró nada que indicara de dónde venían.
- Los elfos oscuros rara vez dejan las profundidades –le dice Orlant-. Pero ahora se han aliado con las hordas de orkos, y está claro que tenían un objetivo claro anoche; eliminar a los líderes de la región.
- ¿Quién los envía entonces? –pregunta la elfa.
- El mismo que lidera a las tropas que asolan nuestros campos desde hace años –responde el capitán-. No sabemos quién comanda los ejércitos de orkos, pero sí que lo hace desde las ruinas de Agna-Anor, donde un destacamento completo de caballeros impide su avance.

Tras hablar con el capitán, la elfa coincide en la avenida de Korth con el carruaje que vieron el día anterior, que se dirige hacia la puerta sur. Se trata del séquito de Viesa de Liriam. Mirul se acerca y pide hablar con la dama. La mujer, al reconocerla, acepta que la elfa suba a su carroza y siguen avanzando por las calles nevadas.
- No deberíais iros tan rápido –le dice Mirul-. Olf está herido, y podríais quedaros a cuidarle. ¡Al fin y al cabo, os salvó la vida!
- ¿Yo quedarme a cuidar a un bárbaro? –se burla la mujer-. ¿Por quién me has tomado? Tengo una reputación. No negaré que disfruté con tu amigo, pero soy una viuda decente, y así debe seguir si no quiero perder mi título. Dale recuerdos y dile que venga a verme si alguna vez pasáis por Liriam.

Mientras, Fian decide pasar el día en la abadía, tranquilo, sumido en la meditación, recuperando la fe en su Dios y así poder aceptar mejor ser el único hombre que abraza el celibato. El paladín se refuerza en sus votos, y no se deja llevar por el ambiente sórdido y pecaminoso que impregna los callejones de la ciudad.
Por la tarde, Fian se encuentra con Abad Auril y le explica la aventura de la noche, y la lucha contra los elfos oscuros.
- Los elfos oscuros son una raza de criaturas crueles –le explica el Abad-. Son seres corruptos y blasfemos, que sirven a una diosa sanguinaria llamada Izz, cuyo símbolo es una daga rodeada por una serpiente. Hay muchas leyendas sobre los elfos oscuros, pero en esta región es conocido que se mueven por el Bosque de la Araña, y se cree que allí tienen su guarida.
Fian se dispone a dejar el despacho del abad, cuando el anciano le hace un gesto para que se quede.
- Sois un buen creyente –le dice-. Habéis demostrado vuestra dedicación a Korth, así como la fuerza de vuestro brazo para llevar su palabra.
Fian observa al anciano, pero este le despide con un gesto y vuelve a la lectura de un libro.


Tras una noche de descanso, los aventureros reciben su pago diario y se reúnen con el sargento Dele’Or para recibir órdenes. Ese día, tienen el encargo de patrullar las calles cercanas a la plaza del mercado. El grupo pasa un largo y frío día resolviendo las pequeñas disputas y su guardia acaba sin mayores incidentes. Al atardecer, se acaba su trabajo y se despiden del sargento hasta el día siguiente. Con toda la tarde y la noche por delante, el grupo regresa de camino al fuerte de los Yelmos Negros.

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