16 mayo 2013

Crónicas de Valsorth - Turno 35



TURNO 35 – Veintiseis de febrero del año 340, montañas Kehalas.
El grupo de aventureros recorre las calles de la ciudad, cubiertas de nieve sucia, apilada a los lados sobre las calzadas de piedra. Mirul propone a sus compañeros buscar una posada barata para pasar la primera noche, así también como para socializar un poco con los lugareños. Fian está de acuerdo con la elfa en empezar con una posada barata donde poder escuchar chismorreos. Por el contrario, Olf les dice que no irá con ellos en un primer momento, ya que le interesa más buscar donde pasan la noche los mercenarios bárbaros de la ciudad, si es que los hay.

De este modo, Fian, Mirul y Orun se dirigen hacia el centro de la ciudad, mientras que Olf empieza buscando a mercenarios de su raza. El paladín, la elfa y el salvaje preguntan a los pocos paseantes que se ven por la calle al anochecer sobre alguna posada barata.
- Oh, de eso tenemos en cantidad aquí en Eras-Har –les dice el hombre-. Por un lado está El Cielo del Norte, al final de la avenida de Korth, que por las noches está atestado de clientes, borrachos y peleas, con tres pisos que ofrecen habitaciones de diversa calidad. También está la
posada Tentación Real, es una posada decente que hay cerca de la puerta de la ciudad, regentada por dos hermanos gemelos, que destaca por tener un sótano en que por las noches se montan grandes partidas de cartas y todo tipo de apuestas y juegos peligrosos. Por último, está El Descanso, un destartalado edificio en el barrio norte, de horrible fama pero precio muy económico.
Los dos compañeros le dan las gracias y siguen caminando por la calle, mientras deciden a qué posada ir. Antes, Fian decide averiguar cual es el templo de Korth de la ciudad, y al encontrarse con un religioso que camina con prisa por la calle, se dirige a él.
- Oh, nuestro templo es la Abadía de Sant Foint, regentada por el Abad Auril –le explica el monje-. Podéis encontrarnos al final de la calle Las Vasijas, la avenida de los gremios que va de sur a norte junto a la muralla oriental. Ahora, si me disculpáis, debo regresar antes de que cierren las puertas de mi templo.
Por su parte, Mirul prefiere ir a dar una vuelta por la ciudad para ver cómo es y en qué situación está. Tratando de no llamar mucho la atención, vaga por las calles y descubre algo de información sobre la ciudad. Así se entera de que Eras-Har lleva sumida en guerras y luchas durante años, que la ha convertido en una ciudad tomada por soldados y mercenarios, guerreros llegados al norte para vender su espada en defensa del reino o conseguir honores gracias a sus proezas en la batalla. Desde Eras-Har, los soldados parten a la red de fortificaciones que cruza las laderas de las montañas Kehalas, o bien se unen al destacamento que defiende las ruinas de la antigua Agna-Anor. Es en estas ruinas donde la lucha por el control del nacimiento del río Durn enfrenta a los caballeros de Stumlad contra las hordas de orkos desde hace más de diez años.
Olf por su parte investiga preguntando a varios de los mercenarios, y se entera de que la mayor parte de los mercenarios se reúnen en un Asador llamado La jarra y el pincho, que es la posada favorita de los soldados, ya que está en la plaza del fuerte de la milicia. Es un antro de bebida barata y mala calidad, donde es habitual que la guardia tenga que aparecer para poner paz en las peleas entre sus propios compañeros que están fuera de servicio. Decidido a encontrarse con algún bárbaro, se dirige hacia allí. Olf llega a la plaza central de la ciudad, y frente a los barracones de los Yelmos Negros encuentra su destino. Se trata de un gran edificio de piedra, iluminado por las antorchas y del que llega el alboroto y gritos en la fría noche. Olf entra en el salón, para encontrarse con una sala abarrotada de soldados de todo tipo, desde guerreros norteños hasta mercenarios de otras razas, como los morenos hombres del sur o incluso algún elfo o mestizo. La posada la regenta un veterano guerrero llamado Ulrak, que pasa más tiempo bebiendo que sirviendo las mesas. Olf se mueve entre el alboroto, cuando descubre a un grupo de tres bárbaros sentados en un rincón, que parecen totalmente borrachos y en estado de estupor, a punto de quedarse dormidos.

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