25 octubre 2012

Crónicas de Valsorth -Turno 22

TURNO 22 – Veintiseis de enero del año 340, montañas Kehalas.


Tras la cruenta batalla, Ulkir ordena agrupar a todos los habitantes de Rocavalle. Allí, junto al alcalde, explica que no pueden quedarse más tiempo en el pueblo, y que al día siguiente partirán hacia el este para buscar refugio en Liriam, a la vez que alertan a los otros pueblos del peligro que acecha en las montañas.
Una vez acabado el discurso, los lugareños se organizan para preparar la caravana. El grupo de aventureros se reúne con Ulkir, quien les había pedido que partieran hacia el fuerte de los caballeros para dar la alarma de la situación.
Orun explica a Ulkir que llevarán a cabo la misión, aunque puede que sea la última. El salvaje pide un pago por llevar el mensaje, pero el capitán de la guardia responde con una sonrisa de agotamiento.
- Nuestras arcas están vacías –dice-, y lo poco que tenemos debemos guardarlo para cuando lleguemos a Liriam. Lo siento, pero no puedo ofreceros nada más. Sólo puedo contar con vuestra voluntad y que sigáis ayudando a este pueblo como habéis hecho durantes estas semanas.
Mirul asiente ante estas palabras, y propone ir hacia el fuerte, que está más o menos de camino a Eras-Har, por lo que podrían ir a echar un vistazo, avisar a los caballeros y ver el panorama, para después decidir si ir a Eras-Har o a Liriam. La elfa opina que el mal está creciendo en el norte, y que deben averiguar qué se oculta tras los últimos acontecimientos.
Por su parte, Fian le dice a Ulkir que quizás se encuentren en Liriam y le pregunta dónde podrían encontrarse.
- Si todo va bien, estaremos en Liriam en dos semanas –dice el capitán-. Buscaremos refugio en el templo de Korth. Por mi parte, mi familia, Argand, vive en el barrio centro, así que allí podréis encontrarme.

Esa tarde, Fian propone a sus compañeros y un grupo de supervivientes el enterrar los cuerpos de Ruala y el resto de religiosos. Así lo hacen, y al acabar el paladín recita una misa en recuerdo de los caídos.
Al acabar, se dirigen al barrio del otro lado del río, cuyas cabañas fueron incendiadas por los orkos. Conlak, hijo de Olmak les recibe y les dice que el leñador Burgas se ha hecho con el liderato del clan. El grupo va a uno de los edificios que aún se mantienen en pie, donde los bárbaros se han reunido. Burgas es un corpulento bárbaro de cabello y barba rubios, que ordena a los hombres recoger sus pertenencias y partir hacia el este al día siguiente.
- Nada nos retiene aquí –les dice Burgas con cierto desprecio-. Nos instalaremos en alguna de las cuevas que hay al este, lejos de los asentamientos de los norteños. –el hombre tiene a su lado a Jessa, la hoja de Olmak, a la que rodea con el brazo por la cintura. La mujer evita levantar la mirada y no reacciona.
- ¡Volveremos a ser un pueblo digno! –exclama Burgas.
Según les explica Conlak, Burgas se ha hecho con el liderato del clan y nadie ha osado retarle el puesto. Por tanto, no tienen más remedio que seguirle.

Antes de marchar, el bárbaro Varb se acerca a hablar con el grupo de aventureros. Orun y Fian le proponen que se una a ellos en la expedición al oeste, pero el leñador niega con la cabeza.
- Mi deber es seguir a los míos –les dice-. Para bien o para mal, Burgas es ahora nuestro líder, y debo obedecer sus órdenes.
Con la llegada de la noche, el pueblo se sume en el silencio, y al llegar la mañana los habitantes se disponen a dejar Rocavalle, mientras una fina nevada cubre de blanco los restos chamuscados del pueblo.



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