17 septiembre 2012

Crónicas de Valsorth - Turno 19

TURNO 19 – Veintitrés de enero del año 340, montañas Kehalas.


Amanece un día gris, en que una fina nevada cubre nuevamente de blanco los alrededores de Rocavalle. A primera hora, Fian se presenta en los barracones, donde junto al resto de soldados recibe instrucciones de Ulkir:
- El alcalde ha ordenado reforzar la seguridad del pueblo –dice el capitán-. Por ello, hoy reforzaremos la empalizada, además de que quiero proteger la riera.

Así, durante la jornada, los soldados cortan árboles más allá del río y construyen nuevas defensas en el lado oriental del río. Fian trabaja sin descanso y su entrega motiva aún más a sus compañeros.
Por su parte, Mirul busca información en la biblioteca sobre la puerta que encontraron en las cuevas de hielo, pero no consigue encontrar nada de interés entre los numerosos volúmenes.
Mientras, Olf dedica el día a rastrear los alrededores del pueblo, entre la nieve recién caída. El bárbaro busca en el valle, hasta que encuentra unas huellas cerca del río. Se trata de las huellas de una persona liviana, y los sigue hasta el río. Allí, tras bordear varias de las rocas que franquean los rápidos, se encuentra con una figura arrodillada junto al agua. Olf descubre a la mujer bárbara de cabellos rojos Jessa, que solloza junto al río, mientras se limpia en las aguas el bajo vientre. La chica parece desconsolada, y el bárbaro descubre varias marcas en los brazos, moratones como si alguien la hubiese agarrado con brutalidad. Percibiendo el pesar de la chica, el bárbaro se retira, aunque no puede olvidarse de las lágrimas que surcaban el rostro de ella.

Al atardecer, Fian regresa de su trabajo en la guardia y se reúne con Olf en la plaza del mercado. Cuando están allí, aparece el líder bárbaro Olmak.
- He reunido un grupo de los nuestros para que os acompañen y descubrir qué está pasando en las montañas. Si queréis, mañana mismo estarán preparados para seguiros.
Fian le propone entonces partir al día siguiente hacia las cuevas de los goblins, para investigar si hay novedades y a la vez capturar a un orko a quien sacar información. Olmak se muestra conforme, y les dice que por la mañana su grupo estará preparado.

Ya es de noche, cuando Mirul regresa de la iglesia hacia el centro del pueblo, cuando, de pronto, se oyen gritos de “¡Fuego, fuego!” y los aldeanos corren. Al acercarse, la elfa ve una de las cabañas ardiendo, con las llamas saliendo por las ventanas y el techo de paja. Una mujer grita desesperada, tratando de entrar en la casa en llamas.
- ¡Mi hija está dentro! –chilla aterrorizada, pero los hombres la retienen.
- ¡Traed agua!, ¡Traed cubos! –gritan los hombres mientras se organizan para apagar el fuego.

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