TURNO 44 – Cuatro de
marzo del año 340, Eras-Har.
El grupo se
presenta a primera hora en el patio de la fortaleza de los Yelmos Negros para
su guardia diaria. Dele’Or les encarga vigilar la plaza del mercado, y a eso se
dedican durante la mañana, tan sólo teniendo que intervenir en un caso de un
ladrón que trata de hacerse con las ventas de un alfarero.
Por la
tarde, un soldado aparece e informa al sargento de un crimen. La patrulla se
dirige a la posada Cielo del Norte, donde se encuentran con dos Yelmos Negros que
vigilan la puerta. En el interior, hay una veintena de clientes, que aguardan a
un lado, mientras que en el centro de la estancia yace el cuerpo de un hombre
vestido con ropas baratas de cuero. El sargento pregunta por lo sucedido, y el
dueño de la posada explica la historia:
- Todo
empezó cuando Faese –dice señalando al cadáver- se encaró con otro cliente.
Empezaron a discutir, y la cosa hubiese llegado a mayores si yo no llego a
intervenir. Al llegar los soldados, Faese se calmó y siguió bebiendo en su
mesa. Pero, de pronto, se derrumbó sobre el suelo. Al acercarme, ya estaba
muerto.
Tras
investigar en la posada, Mirul encuentra señales en el cadáver de que ha sido
envenenado. A su vez, al registrar sus bolsillos, encuentra un saquito con un polvo
en su interior. La elfa reconoce que se trata de polvo de Sueño de Liz, una de
las drogas más populares en la ciudad. Se lo comunica al sargento, que requisa
la droga y argumenta que se lo explicará al capitán.
Por otro
lado, al preguntar a los clientes, averiguan que Faese era un cliente habitual,
pero que esa noche estaba especialmente nervioso. Cuando se encaró con el otro
hombre, perdió los papeles al momento. Parecía muy asustado.
También
hablan con el hombre que tuvo el conflicto. Se trata de Harly, un ratero local
que ha permanecido todo el rato en un rincón. El hombres dice que él no sabe
nada, que sólo quería hablar con Faese, pero que éste se encaró con él.
Al oír su
pobre explicación, Dele’Or decide dar el caso por cerrado:
- Está
claro que este bribón es el culpable –exclama el sargento-. Detenedlo ahora
mismo y encerradlo en las celdas de lo alto de nuestro fuerte. Así daremos una
lección a estos granujas que se creen que todo está permitido en Eras-Har. Está
claro que estos dos estaban discutiendo por algún tema de drogas y por eso lo
mató. Ahora pagará el precio en la horca.
Al
instante, dos yelmos negros apresan a Harly y lo llevan a empellones hacia la
fortaleza, mientras el ratero pide clemencia al sargento a gritos.
A pesar de
la decisión del sargento, el grupo no ve nada claro el asunto, así que decide
investigar por el barrio norte. Tras en un encuentro con un grupo de
traficantes, detienen a uno de ellos, Fier, y lo llevan al cuartel. Su sorpresa
es mayúscula cuando el sargento Dele’Or les da la orden de soltar al prisionero
y no remover más el tema del asesinato.
Por otro
lado, Fian se acerca a la abadía para hablar con los monjes que recogieron el
cadáver. Los religiosos le explican que han examinado el cuerpo, y han
descubierto que alguien pinchó en la mano Bilis de Dragón, un poderoso y
costoso veneno que pocas veces se ve. Alguien había usado un veneno muy valioso
con el Faese, y Harly no parecía el tipo que pueda comprar algo así.
Decididos a
descubrir qué está pasando, y al no poder hablar con Harly, ya que el sargento
se lo impide, deciden ver al prisionero antes de que sea ejecutado al amanecer.
Para ello, Orun trepa por la fachada de la fortaleza, evitando el encuentro con
los guardias que vigilan los torreones, y se reúne con el pobre prisionero, que
tirita de frío en lo alto de la celda.
Harly no
duda en explicar que forma parte de una banda que trafican con drogas en la
ciudad, y que deben pagar parte de sus ganancias a Dele’Or por su cobertura. También
les relata que Faese se negó a seguir pagando al sargento, y que él intentó convencerle
para que no lo hiciera. Al saber de sus intenciones, Dele’Or usó a sus soldados
para asesinar a Faese, y ahora le utiliza a él como cabeza de turco.
Harly le
explica también que trabajan desde un edificio en ruinas que hay junto al río.
Allí es donde esconden la droga, donde la recogen, y donde llevan las ganancias
cuando acaban su jornada. Este escondite es una vieja torre de piedra que está
en la orilla sur del río
El grupo se
dirige entonces a la torre en ruinas. Se trata de una torre circular de tres
plantas de altura, pero cuya fachada está resquebrajada en varios puntos. Una
montaña de escombros cubre la puerta, pero una grieta en un lado lleva al
interior, custodiada en plena noche por dos Yelmos Negros. Orun se acerca en
sigilo a la torre y espía el interior, donde ve al sargento que habla con seis
traficantes que hay dentro, repasando lo que han logrado vender durante el día.
Entonces el sargento se queda con una parte del dinero ganado, que reparte con
sus soldados antes de volverse.
Con esta
información, a primera hora del día se presentan ante el capitán y acusan al
sargento. El capitán se muestra dudoso, pues la acusación es muy grave. Por su
parte, Dele’Or se muestra indignado y pide que expulsen a esos indeseables.
Para probar
sus palabras, van al dormitorio del sargento. Allí, Mirul encuentra un tablero
suelto, y bajo él varias bolsas con grandes cantidades de dinero.
Al
descubrir las monedas, el capitán da la orden de arrestar al sargento, mientras
que Harly es puesto en libertad. Dele’Or, entre gritos y amenazas, es conducido
a la celda en lo alto del torreón, para ser ejecutado al día siguiente.
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