09 julio 2012

Crónicas de Valsorth - Turno 11

TURNO 11 – Trece de enero del año 340, montañas Kehalas.


Orun le pide a Fian que vaya a hablar con el alcalde para convencerle de la necesidad de unir a bárbaros y hombres del norte en la defensa del pueblo. De este modo, Fian se presenta en casa del alcalde, donde se presenta con gesto serio y el criado va a llamar a su señor. Borna recibe al paladín y escucha sus palabras, mientras éste le relata los últimos acontecimientos y sus sospechas de que orkos y otros enemigos se acercan por el norte.
- Hace diez años que no se ven enemigos por aquí –gruñe el hombre-. Yo mismo lideré al pueblo en la lucha contra una tribu de trolls de escarcha que bajaron de las montañas. Sin embargo, creo que tienes razón en lo que dices. Mañana hablaré con Ulkir y le ordenaré que empiece a tomar medidas al respecto.

Por la tarde, Orun va con Olf a cazar el oso. Los dos hombres cruzan las nevadas lomas hasta la guarida donde encontró las huellas. Una vez allí, Olf se acerca con cuidado, seguido por Orun. Olf consigue matar al oso, pero recibe un tremendo zarpazo en el pecho. Olf cae al suelo, mientras el oso exhala un último rugido y muere. Olf, desangrándose sobre la nieve, lucha para no caer inconsciente. A pesar del dolor, el bárbaro logra hacerse un vendaje y despellejar al oso. Junto a Orun regresa al pueblo.

Al llegar ante la casa de Olmak, los bárbaros de Rocavalle se reúnen en la calle para ver llegar a Olf, cargando sobre el hombro con la piel del oso, y con una visible herida en e pecho. Olmak sale a recibirle junto a sus hijos, y tras dedicarle una profunda mirada, estalla en una carcajada.
- ¡Por el dios de la montaña, está totalmente loco! –se ríe, y ordena a su hijo pequeño que coja la piel- Y tu, Jessa, cuida a ese pobre chico, que parece a punto de caerse muerto aquí mismo.
Así, Olf se ve llevado al interior de la cabaña, donde la chica le cuida la herida.
- No te hagas ilusiones –le dice la chica, al acabar de vendarle-. Mi padre puede decir lo que quiera, pero yo no soy una cabra que se pueda cambiar por una piel de oso –acaba de decir y sale de la habitación. Holga, la mujer de Olmak acompaña a Olf a la puerta.
- Jessa es testaruda –le dice la mujer-. Pero, a pesar de que no lo admita, le has impresionado.
Con esto, Olf regresa a la casa del grupo totalmente agotado.

Mientras, Orun, que está decidido a obligar al capitán Ulkir a tomar la iniciativa en la defensa del pueblo, escribe una breve nota y se la da a un chico para que la entregue en los barracones. En la carta anónima pone “Defiende a tu pueblo o tu familia sabrá de los románticos planes con la prostituta. Tienes dos días para empezar el reclutamiento de nuevos soldados, la fortificación del pueblo y para mandar emisarios a los pueblos vecinos para que nos manden refuerzos”, con la pretende chantajear al capitán para que empiece a reforzar el pueblo, o si no, su familia de Liriam sabrá que tiene una amante bárbara y prostituta.

Por la noche, el paladín se reúne con los otros soldados en los barracones, donde juega a los dados donde pierde algo de dinero pero logra ganarse sus simpatías. Antes de acostarse, recibe su paga por el día de trabajo.

Por la mañana, Mirul sale a los bosques cercanos en busca de plantas, sobre todo algún veneno. La elfa, tras buscar entre la nieve y los matorrales, encuentra un ramillo de Hija del Caos, una planta de tono azulado que es conocida por producir hemorragias internas al aplicarse.

Mientras, Fian vuelve a patrullar el pueblo junto a su compañero Gonn. A medio día, se produce un problema en el mercado, cuando un tendero acusa a una mujer de ladrona. Fian atrapa a la mujer, y la interroga. Fian se cree a la mujer y la deja ir, ante las quejas del tendero.

Después, al regresar a los barracones, el capitán Ulkir le suelta una reprimenda a Fian, pues no puede ser tan inocente.
- Si la gente no confía en nosotros, no nos respetarán –le grita el capitán-. Que no vuelva a suceder.

Por su parte, Orun y Olf van al paso de Camino Alto en busca de orkos. Bajo la ventisca que azota las lomas, los hombres rastrean en busca de huellas. Pronto encuentran un rastro en la nieve, pero no son pisadas de orko, y las siguen hasta encontrarse con un cuerpo que se ha refugiado bajo la protección de un risco. Reconocen al extraño como un gigante azul, malherido y con terribles heridas en su piel azulada. El gigante está demasiado débil para luchar y tan sólo pide ayuda.
- Mi pueblo… mi pueblo… -musita apenas sin fuerza.

Por la tarde, Mirul busca alguna biblioteca en el pueblo, pero los lugareños le miran con cara extrañada cuando les pregunta por ello. Decepcionada, descubre que lo más parecido es la iglesia de Korth, así que allí se dirige para buscar a algún sabio o intelectual con el que quizás encontrar algún trabajo. Allí, a abadesa Ruala se acerca a hablar con la elfa.
- Vaya, es extraño encontrarse con alguien interesado en el conocimiento en este pueblo-le dice- ¿Acaso hay algo que quieras saber?

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