TURNO 50
– Doce de marzo del año 340, Agna-Anor.
Por
la mañana, y con el recuerdo de la dura lucha contra el titán y los orkos, el
grupo de aventureros se reúne con el capitán Caust.
-
Nos quedaremos aquí y resistiremos –les dice el veterano caballero-. No pienso
ordenar la retirada. Estas ruinas son una posición crítica y debemos
defenderlas para impedir el paso de los ejércitos enemigos. Por ello, no
seguiré el consejo que envían desde Eras-Har. Lo he consultado con mis
sargentos y todos estamos de acuerdo; nos quedaremos aquí.
El
capitán les pide que, cuando regresen a la ciudad, lleven este mensaje a la Mariscala. Sin
embargo, el grupo le explica que han venido en busca de una antigua reliquia, la Tabla de Rezos que les pidió
el Abad Auril que encontraran en la antigua biblioteca de Agna-Anor. El capitán
les desea suerte, así como les explica que sus hombres han explorado las
alcantarillas de la ciudad, y que no han encontrado ninguna biblioteca ni nada
que se le pareciese. Además, encontraron un enorme rastrillo de hierro que
cerraba el paso, así que, tras garantizar que nadie podía atacarles por esos
pasadizos, decidieron cerrarlas.
-
Si lo deseáis –les dice el capitán-, hay un acceso cercano al torreón del
vigía, por donde pueden entrar.
Así,
a media mañana el grupo se dirige a la entrada de las alcantarillas. Se trata
de una losa de piedra que cierra un pozo que desciende en la oscuridad y del
que sale un hedor nauseabundo. Uno a uno, bajan por el pozo hasta encontrarse
en un pasadizo circular de paredes de piedra, cuyo lecho se haya inundado por
el lodo y cubierto por aguas estancadas y pestilentes hasta casi cincuenta
centímetros.
Empiezan
a explorar los túneles, hasta que encuentran un amplio pasaje cerrado por una
pesada verja de hierro negro y enmohecido, que parece tener un mecanismo de
abertura, una conducción en el techo que se pierde por el pasillo al otro lado.
Sin poder pasar, el grupo se dirige al norte y recorre varios pasadizos, hasta
que se encuentran con un derrumbe que bloquea totalmente el paso.
En
ese instante, Mirul escucha un ruido, el sonido del agua al moverse y crear un
ligero oleaje. Sea lo que sea, el ruido se oye cada vez más cerca. Atrapados en
el callejón sin salida, el grupo se dispone a hacer frente a lo que se acerque.
Aguardan en tensión observando el oscuro túnel. Orun coloca la antorcha en la
pared y blande sus dos espadas. Olf aferra su hacha. En ese instante, las aguas
se sacuden por un intenso oleaje, y una babosa de cuerpo bulboso y oscuro se
alza ante Orun y ataca, seguida de otras cuatro sabandijas que nadan por las
aguas. La critura arrastra al salvaje al agua, y le clava sus fauces en el
hombro, inyectándole el tóxico de sus colmillos. Olf despedaza a la criatura
que aprisiona a Orun, mientras que la mercenaria Arisal abate a otra de un
flechazo.
Entonces
las babosas pasan de largo, y siguen nadando hasta el derrumbe, donde
desaparecen bajo las aguas. Entonces les queda claro que esas criaturas huían
de algo… el sonido del agua al desplazarse se oye de nuevo, más cerca.
Sin
tiempo para prepararse, el grupo se vuelve hacia la oscuridad del túnel, donde
emerge una gran sombra que parece ocuparlo todo. Mirul convoca su poder arcano
y un proyectil de fuego ilumina el pasadizo, explotando en una catarata de
llamas que prende fuego a su rival. Las llamas muestran la figura de piel
escamosa piel y cuerpo alargado que avanza ondulante sobre las oscuras aguas.
Entonces se alza rompiendo las aguas y abre unas enormes fauces plagadas de
afilados colmillos a la vez que emite un agudo silbido. Se trata de una
serpiente gigante, que avanza envuelta en llamas y se lanza sobre el primero
que ve, Orun, que se mueve a un lado justo para esquivar los colmillos
venenosos.
Mientras la enorme serpiente trata de alcanzar al ágil salvaje, el resto desatan una lluvia de ataques sobre el monstruo, que recibe flechazos, hachazos y varios proyectiles mágicos, hasta que por fin, cae muerta sobre las aguas verdosas.
Mientras la enorme serpiente trata de alcanzar al ágil salvaje, el resto desatan una lluvia de ataques sobre el monstruo, que recibe flechazos, hachazos y varios proyectiles mágicos, hasta que por fin, cae muerta sobre las aguas verdosas.
Tras
el duro combate, el grupo decide qué hacer a continuación. Las babosas han huido
por un espacio bajo el derrumbe, y encuentran con facilidad el agujero. Usando
una cuerda atada a la cintura, Olf bucea por las pestilentes aguas, siguiendo
un estrecho paso que se abre entre los cascotes. Tras dos intentos, el bárbaro
encuentra un pasadizo al otro lado, y tira de la cuerda para avisar a sus
compañeros. Uno a uno, los aventureros pasan por el pasaje inundado, alguno
tragando más agua de la cuenta, y pronto se encuentran todos en un nuevo
pasaje.
Desde
aquí siguen investigando los pasajes, buscando acercarse a lo que suponen es el
centro de la ciudad. Tras seguir varios pasadizos, llegan a una escalera de
piedra que baja hacia un nivel inferior y cuyos escalones se encuentran
cubiertos de musgo. Descienden en la negrura hasta llegar a una puerta de
piedra que cierra el camino, sobre el que se lee en un grabado “biblioteca de
Agna-Anor” y a cuyo lado hay una herrumbrosa palanca de hierro. ” Al accionar
la palanca, la puerta de piedra se abre y permite pasar al interior de una
majestuosa sala de altas estanterías repletas de libros y gruesos volúmenes. Es
una enorme sala, repleta de estantes en los que se apilan infinidad de
documentos, libros y volúmenes. Una escalera derruida subía a un nivel
superior, pero ahora no es más que un montón de cascotes y el paso hacia arriba
está cerrado. En una mesa que ocupa el centro de la biblioteca destaca un
soporte de piedra sobre el que hay una tabla de piedra adornada con infinidad
de antiguos grabados. El paladín Fian,
con el corazón aporreando su pecho, examina el grabado y reconoce que se trata
de la Tabla de
Rezo que venían a buscar. Con el sagrado objeto en su poder, además de algunos
libros con aspecto de ser muy antiguos, los aventureros buscan la manera de
abandonar estos pasadizos.
Tras
llegar a la sala de control de los rastrillos, logran levantar la verja que
cerraba el paso y por allí pueden llegar al pozo por donde entraron en las
alcantarillas. Ansiosos por salir de esas profundidades, escalan hasta la
superficie, donde salen en medio de noche.
Sin
embargo, les recibe el sonido de la guerra, de los gritos y el entrechocar del
metal de una batalla. La calle y el torreón están plagados de cadáveres de
caballeros y orkos, mientras que varios titanes se vislumbran al este, atacando
la torre del capitán Caust.
Apesumbrados,
los aventureros ven que se trata de un ataque a gran escala, en que orkos y
titanes arrasan a las fuerzas de Stumlad y aniquilan a los humanos. A simple
vista, parece el fin de los caballeros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario