TURNO 51
– Catorce de marzo del año 340, Agna-Anor.
Las
ruinas de Agna-Anor son el escenario de una matanza. Hordas de orkos saquean
los edificios, eliminando a todos los caballeros de Stumlad que encuentran,
sorprendidos y sin capacidad de organizarse, mientras los titanes aplastan a
los pocos grupos que resisten.
El
grupo de aventureros sabe que el destacamento de soldados está perdido, así que
lo único que pueden hacer es huir, y cumplir el último cometido que les pidió
el Capitán Caust; alertar en Eras-Har de lo que sucede en las ruinas. Buscando
una manera de escapar de la masacre, al final deciden volver a las
alcantarillas, y seguir sus túneles hasta las afueras de la ciudad.
De
nuevo en los mohosos subterráneos, recorren los pasadizos en dirección este,
cuando al llegar a un colector de aguas, se topan con una figura oculta en las
sombras. Se trata de un elfo oscuro, un asesino que parece se ha infiltrado por
los pasadizos hasta la retaguardia de los caballeros. El grupo acaba con el
asesino, pero más de los suyos aparecen, dejando claro que los elfos oscuros se
han aliado con los orkos y titanes para sorprender a los caballeros. Tras una
dura lucha, el grupo de aventureros derrota a los enemigos, y sin perder más
tiempo, emprenden la huída por el pasadizo principal, recorriendo una eternidad
en la negrura hasta que el brillo del amanecer aparece al final del tunel.
Una
vez en el exterior, emprenden el viaje de seis días de regreso a Eras-Har,
evitando varias patrullas de orkos que pululan por los caminos a sus anchas.
Sin mayores contratiempo, alcanzan la ciudad, y se dirigen a informar a la Mariscala y al Capitán Orlant.
Al oír las noticias de que Agna-Anor ha caído, una sombra de preocupación cubre
la sala. El capitán les agradece su ayuda, y les dice que al día siguiente
convocará una reunión para decidir el curso a seguir. Parece ser que el capitán
Dobann, el antiguo mandatario del fuerte Terain, ha descubierto algo en las
montañas del norte, y quiere comunicarlo al consejo de la ciudad.
El
grupo se despide del capitán y la mariscala y acaba su jornada llevando la
tabla de rezos a la abadía de Korth, donde el monje Auril les agradece su ayuda
y les paga el precio por su trabajo (cada uno ganáis 110 mp). El monje se
muestra emocionado con este hallazgo, y se pone de inmediato a estudiar las
antiguas escrituras.
Una
vez fuera, el grupo se despide de Erisal, la mercenaria elfa que les ha
acompañado en las últimas aventuras. La mujer les dice adiós con una sonrisa en
su rostro surcado por una cicatriz y se dirige hacia la posada de la Jarra y el pincho.
Al
día siguiente, en el consejo de la ciudad, se reúne un nutrido grupo de
personalidades, y entre ellos se encuentran el grupo de aventureros. Mirul
observa curiosa la rígida burocracia de las ciudades humanas, mientras que Olf
y Orun se muestran visiblemente incómodos entre tanta palabrería y protocolo.
Sólo Fian parece sentirse como en casa, e intercambia saludos y cumplidos con
los asistentes.
La
reunión es larga y las discusiones se suceden. Las noticias de la caída de
Fuerte Terain y de las ruinas de Agna-Anor deja a la ciudad desprotegida por
ambos flancos. Varios de los nobles exigen que Stumlad envíe más tropas, otros
claman para que la Mariscala
contrate más mercenarios. En ese momento Dobann explica que un mal acecha en el
norte, y que las fuerzas que les expulsaron del fuerte no fue una simple horda
de orkos.
-Temo
que la sombra haya regresado –afirma-. Alguien está organizando a los monstruos
y criaturas de las montañas y las ha unido bajo un mismo mando. Orkos, trolls,
titanes, elfos oscuros siempre han estado ocupados matándose entre ellos, pero
ahora atacan de manera organizada.
-Hay
rumores de que vuelve a haber actividad en la Minas de Numbar –dice la Mariscala-. Varios
exploradores afirman que han visto movimiento en las proximidades, y que sus
fuegos volvían a estar activos. Quizás eso tenga algo que ver.
Entonces
interviene el abad Auril:
-Pero
no podemos olvidarnos de Agna-Anor –responde Caust-. Las ruinas son un punto
clave para defender nuestra frontera oriental. Debemos recuperarlas y reforzar
las defensas.
Se
discute durante horas sobre el plan a seguir, hasta que finalmente se decide
seguir dos acciones. Por un lado, el capitán Caust llevará a las tropas de
caballeros y soldados a Agna-Anor, con el objetivo de debilitar las tropas
enemigas y recuperar el control de las ruinas. Por otro, Dobann dirigirá un
grupo de exploradores al norte, y comprobar qué está sucediendo y porqué las
minas de Numbar vuelven a estar activas.
Es
entonces cuando el Capitán Caust se dirige hacia el grupo de aventureros, que
han permanecido en silencio durante toda la reunión.
-Por
supuesto, necesitaremos vuestra ayuda -les dice-. Habéis servido bien a la
ciudad, así que contamos con vosotros en alguno de estos dos cometidos.
¿Partiréis conmigo a la reconquista de Agna-Anor o preferís ir con Dobann a
explorar las minas del norte?
Los
cuatro aventureros no tienen claro qué hacer. Por supuesto, el capitán les
explica que les pagarán por sus servicios, pero esa no es la duda. Tras un
intenso debate, deciden finalmente ir al norte. Mirul está decidida a
investigar que oscuro mal ha renacido en las montañas, mientras que Olf desea
salir de la ciudad, al igual que Orun, que echa de menos la naturaleza. Fian
por su parte está convencido de que en el norte pueden aportar mucho más en la
solución, que yendo a luchar a las ruinas del este.
-Entonces
está decidido –afirma la
Mariscala poniendo fin a la reunión-. El futuro de Eras-Har,
y quizás de todo el norte, depende ahora de vosotros –dice mirando a los dos
caballeros-. Que Korth esté con vosotros.
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