12 diciembre 2012

Crónicas de Valsorth - Turno 25

TURNO 25 – Treinta de enero del año 340, montañas Kehalas.

Ante la acometida de la jauría de hiallus, el grupo busca refugio en los alrededores, y encuentra un risco desde el que pueden defenderse. Así, suben a la elevación, mientras los cuatro norteño huyen en su dirección, perseguidos de cerca por los hiallus.
A continuación se produce una lucha terrible por defender el risco, en que los hiallus se lanzan sobre la pendiente, mientras que los defensores les reciben a espadazos. Olf, Fian y Orun mantienen a las bestias a raya, mientras que Mirul utiliza sus conjuros para eliminar a las bestias que acosan a los norteños.
Durante la lucha, un golpe fallido de un norteño alcanza al bárbaro Olf, que se vuelve con violencia contra el desconocido. En medio del caos, ambos guerreros se enfrentan, pero Fian se interpone entre ellos y evita que la cosa pase a mayores. Aún así, el norteño llamado Torad mira con rencor al bárbaro.

Una vez terminada la lucha, los norteños se presentan como un grupo de viajeros llegados del sur. Su líder es un guerrero llamado Vinak, un veterano de escaso cabello gris y barba blanca que porta un hacha que maneja con habilidad. Tras servir en los Yelmos Negros de Eras-Har, regresa a su hogar para retirarse. Le acompaña Gunz, otro habitante de Rocavalle que ha decidido regresar a su hogar. Torad es un joven explorador que se dirige al norte a visitar a su hermana, mientras que el último es Aran, un herrero hosco y poco hablador, que sube a Rocavalle para pedir trabajo a un compañero.
Vinak les explica que se encontraron durante una fuerte tormenta, en que los cuatro se refugiaron juntos. Después, siguieron su camino juntos, pero empezaron a sufrir las acometidas de los hiallus.
A continuación, Orun les explica lo sucedido en Rocavalle, el ataque de los orkos y la huída de sus habitantes. Al oír esto, Vinak se muestra muy afectado. Finalmente, y ante los peligros y ataques que han sufrido, los norteños deciden acompañar al grupo de aventureros hasta el fuerte de los caballeros, y una vez allí decidir donde ir.

Tras dedicar una hora en desollar los cuerpos de los hiallus y obtener sus pieles, de escaso valor, pero útiles en un paraje tan duro, el grupo sigue la marcha hacia el oeste. Al anochecer, una densa niebla cae sobre ellos, y por momentos tienen dificultades para seguir la marcha. Entonces, Fian y Gunz pierden el contacto con sus compañeros y desaparecen en la niebla. El paladín, al verse solo, decide invocar su poder divino para iluminar su escudo y marcar su posición, de modo que sus amigos puedan localizarle. Pero en ese momento, se escuchan unos rugidos y el grito de horror de Gunz. El grupo busca en los alrededores, y Vinak encuentra el cadáver de su amigo en la nieve ensangrentada, degollado.
Mirul examina el cuerpo, y ve que sus heridas han sido producidas por garras, como de lobo pero mucho más grandes. Esto le recuerda cierta historia sobre los hialna, los reyes de los lobos, y así lo comenta. Vinak, afligido por la pérdida de su amigo, parece que quiere decir algo, pero deciden primero buscar un refugio donde pasar la noche.
Olf busca en los alrededores, y cuando la noche y el viento se ciernen sobre las montañas, encuentra una elevación que les proteja de los elementos. Allí montan trampas y se disponen a hacer turnos de guardia.
En la primera guardia, Vinak explica que los hialna son temidos por su pueblo. Se dice que son seres inteligentes, mitad hombre mitad lobo, que gobiernan a los hiallus como un caudillo. A su vez, se decía que podían hacerse pasar por hombres para colarse en las poblaciones humanas y atrapar sus presas.
Esto siembra las dudas entre el grupo de aventureros. Tienen claro que Vinak es honesto, pero nadie recuerda haber visto a Torad y Aran cuando Gunz fue atacado. Así, Orun interroga a Torad durante su guardia, pero la historia del explorador le parece sincera.

Por la mañana, el grupo sigue la marcha, y después de varias horas, se encuentran en un valle que avanza hacia un desfiladero. Vinak dice recordar que ese camino lleva a un peligroso paso, la Garganta de Sima, y que deben dar la vuelta. Por el contrario, Torad explica que ese es el mejor camino para llegar a la fortaleza de los caballeros de Stumlad. A pesar de las dudas, el grupo decide seguir adelante.

Es al atardecer, cuando se encuentran atravesando un abrupto desfiladero, cuando se produce el ataque. Una decena de hiallus cae desde las lomas y les rodea. Mientras se disponen a defenderse, Torad suelta un rugido inhumano, y ante la sorprendida mirada de los aventureros, se transforma en un ser monstruoso, más alto que un hombre, pero que tienen zarpas y fauces de lobo, además de tener el cuerpo cubierto de un espeso pelaje purulento. La bestia salta sobre Olf y le muerde en el cuello, dejando al bárbaro aturdido. Mientras, los hiallus se lanzan sobre el grupo, siguiendo las órdenes de su líder. Por fortuna, los aventureros se mantienen firmes, y derrotan al hialna y a varios de los lobos, aunque Vinak cae muerto ante el ataque de las bestias.
Finalmente, el desfiladero queda sembrado de cadáveres de lobo y del terrible hialna. Orun le corta la cabeza a la bestia, y el grupo y el superviviente Aran siguen avanzando para salir del desfiladero antes de que caiga la noche.

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