TURNO
33 – Catorce de febrero del año 340, montañas Kehalas.
El grupo de aventureros permanece
durante una larga mañana en la fría celda de la fortaleza, sin oír nada más que
el sibilante viento del norte que se cuela por las ventanas del torreón.
Aprovechando el momento en que los
guardias les traen algo de agua y pan, Fian aprovecha para pedirles que necesita
hablar con el capitán o el sargento brevemente.
Los guardias le miran sin saber si
hacerle caso, y se alejan por el pasillo sin responderle.
Es pasada media tarde cuando por fin
aparece el Capitán Dobann en el torreón, acompañado de dos caballeros.
- Mis hombres me han dicho que querías
verme –dice el capitán, que aún muestra el enfado del día anterior, cuando el
grupo no hizo caso de sus advertencias y se internó en las mazmorras de la
fortaleza, liberando al mal que allí permanecía encerrado.
- Más vale que sea importante
–continúa el hombre-. Estamos preparando el sepelio de los quince hombres que
cayeron ayer luchando contra ese horror de fuego que liberásteis.
Fian pide disculpas por lo ocurrido y
justifica sus actos contando que su naturaleza y su pasado lo obliga a expulsar
el mal por encima de todas las cosas y más si un seguidor de Korth, como era el
religioso Juvit, podía estar en peligro.
Dobann le observa severamente, pero
acaba aceptando las disculpas del paladín.
- Aún así –niega el capitán-, vuestra
indisciplina y comportamiento me ha puesto en entredicho ante mis propios
hombres. No podéis quedaros aquí.
Fian le propone entonces que los envíe
a alguna misión o trabajo peligroso, algún encargo en que puedan ayudar a la
guarnición y así paliar su culpa por la muerte de los caballeros caídos en la
batalla.
Dobann se toma su tiempo en responder.
- Vuestra actitud me ha demostrado que
no sois dignos del cometido que tenía pensado para vosotros –dice finalmente-.
Sin embargo, hay algo que sí podéis hacer. Según comentasteis cuando llegasteis
aquí, vuestro destino es la ciudad de Eras-Har. Bien, necesito que llevéis un
mensaje al Capitán Orlant, mando de los caballeros y Yelmos negros que protegen
la ciudad. Se trata de una nota, en que explico los últimos acontecimientos, y
la necesidad de que envíe más refuerzos.
El capitán observa a los aventureros
antes de volverse para salir del torreón.
- Mañana seréis puestos en libertad
–dice en la puerta-. Os ofreceremos comida y algo de equipo para el viaje. Al
amanecer, Gornal os liberará y os dará mi pergamino. Espero que esta vez
demostréis algo más de valía.
Dicho esto, el capitán deja el
torreón, seguido de sus dos caballeros.
Después de una fría noche en la celda,
las primeras luces del amanecer acompañan a Gornal, que aparece en el torreón y
abre la celda para que salgan los prisioneros. Los caballeros les acompañan al
almacén, donde les devuelven sus pertenencias, así como les ofrecen
provisiones.
- El capitán me ha dicho que os
ofrezca equipo si es necesario –dice el sargento de rapada cabeza-. Luego os
llevaré hasta las puertas de la fortaleza y espero no volver a veros nunca más.
Gornal les da entonces el pergamino
cerrado con el sello de Dobann.
- Algunos de los caballeros que
murieron abrasados por el fuego eran amigos míos –dice con tono duro-. No
merecían una muerte así.
3 comentarios:
Hay que ver cómo la liamos xD
Que poco agradecidos los caballeros. Encima que liberásteis a un elemental de fuego... una pena que murieran 15 de ellos por eso.
Esto EEUU lo llama daños colaterales y no pasa nada. Doble rasero.
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