TURNO 15 – Diecisiete de enero del año 340, montañas Kehalas.
Tras debatirlo, Fian propone ir al templo de las montañas y acompañar a Ruala y Garnia. El grupo acepta y deciden salir por la mañana. Tras esto, se retiran a la casa a pasar la noche.
Fian recoge la maza por la mañana en casa del herrero. El paladín comprueba que el hombre ha hecho un trabajo excelente, le paga el resto del dinero prometido, y se hace con el arma. Después, el grupo se reúne con los dos sabios y juntos emprenden el camino hacia el norte. La fortuna les sonríe y hace un día espléndido, por lo que pueden avanzar por las nevadas lomas con tranquilidad.
El grupo decide avanzar por el río, cautelosos, y recorren la distancia hacia el templo.
Mirul aprovecha la ruta para buscar plantas. La elfa se mueve grácilmente entre los bosquecillos que siembran las montañas y encuentra una hoja de Miedo Rojo, una planta de filamentos rojizos, que es famosa por producir quemaduras internas. Por su parte, Fian aprovecha el camino para intentar cazar alguna presa. El paladín logra cazar un alce, el cual despelleja para quedarse con la carne y la piel. Mientras, Olf guía al grupo por las montañas, mientras que Orun vigila los alrededores alerta a la presencia de algún peligro. De pronto, el grupo se ve sorprendido por una manada de lobos, que de pronto aparecen desde un bosque y se lanzan sobre ellos. Los aventureros se ponen en círculo para proteger a Ruala y Gurnia. Tras una encarnizada lucha, y haber matado a dos lobos, el resto de la manada huye, aunque Fian recibe un mordisco en la mano y Mirul un zarpazo en la pierna.
Tras este incidente, Olf sigue guiando al grupo y sigue el fácil camino hasta llegar al templo. A mediodía, ascienden por la montaña hasta el risco en que se encuentra la entrada de la ruina. Tras comprobar que no hay ningún peligro, los dos sabios realizan diferentes rituales, hasta que después de un par de horas, Gurnia comunica que ha terminado.
- La maldición de este lugar ha sido extirpada –os dice el hombre-. Estas ruinas son un vestigio de un antiguo dios, Bridan, señora de la piedra. Aquellos que lo construyeron hace siglos que reposan bajo tierra, pero ahora el mal que habitaba aquí ya no será una amenaza.
El atardecer cae sobre las montañas. El tiempo sigue calmado, pero Ruala pregunta si volver en la noche, aprovechando la luna llena y el cielo despejado, o esperar hasta la mañana y regresar con tranquilidad. En caso de quedarse, pregunta si dormir en el templo u optar por acampar al raso.
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